La gestión emocional significa algo que parece sencillo, pero que debe aprenderse desde la infancia. Los niños nacen en un entorno en el que las emociones juegan un gran papel. De ellas depende, en muchas ocasiones, su desarrollo y crecimiento personales. Las emociones de un niño siempre expresan algo. ¿Te apasiona este ámbito? No te pierdas nuestro Curso Inteligencia Emocional. A través de esta titulación podrás ayudar a los niños a expresar y poner nombre a las emociones, lo cual marcará su vida adulta. Además este curso, también te formará como coach infantil y juvenil para fomentar la motivación y corregir conductas inadecuadas durante estas etapas.
El llanto de un bebé al nacer, la risa, las rabietas, la forma en la que un niño muestra sus emociones dependerá de cómo las gestiona. Todas las respuestas emocionales forman el entramado de un comportamiento único en cada persona. Y, como puedes imaginar, la forma de responder emocionalmente y de mostrar los sentimientos depende de cómo se aprenda a gestionarlas.
Índice de contenidos
La importancia de las emociones en la primera infancia
Es en la primera infancia cuando se van asentando las bases de cómo el niño va a responder emocionalmente a las diferentes circunstancias. Todo niño nace con un temperamento que se va moldeando por el entorno. Las emociones son parte de este temperamento. De hecho, el llanto es la primera emoción que se expresa. Y este es necesario evolutivamente para sobrevivir, ya que al llorar se expresa una necesidad.
Conforme el niño va creciendo, como sabes, va desarrollando nuevas emociones. Si lo educamos y le ayudamos a gestionarlas adecuadamente, crecerá de manera equilibrada y armónica. Ten en cuenta que una rabieta, la agresividad o el enfado pueden ser normales si son puntuales. Sin embargo, si se convierten en el estilo habitual para lograr obtener la satisfacción de las necesidades comienza a ser un problema.
Seguro que has visto a niños, hijos o no, que consiguen llamar la atención a través de rabietas o enfados. Esto se debe a que la forma en la que han aprendido a conseguir sus propósitos es a través de una conducta de este tipo.
A largo plazo, es que esta conducta, conforme el niño crece, puede ser cada vez más inadecuada. Puede provocar más frustración en el niño y más rechazo en su entorno. Por ese motivo, aprender a gestionar las emociones desde la infancia es fundamental para cualquier niño.
Cómo ayudar en el aprendizaje emocional
El niño va a aprender siempre una forma de gestión emocional, con independencia de que lo hagamos conscientemente o no. En otras palabras, cualquier niño aprende de los adultos o del entorno emocional de las personas que lo cuidan. Si este es equilibrado y las emociones se manifiestan de manera adecuada, el niño crecerá aprendiendo que para lograr algo no hace falta gritar, pegar o llorar.
No obstante, los niños pueden llegar a aprender conductas inadecuadas y mantenerlas de por vida. Un ejemplo es la permisividad: si los cuidadores aceptan que obtenga sus satisfacciones mediante conductas inadecuadas, no se están corrigiendo estas conductas. Pero también, se produce en entornos donde son los propios adultos los que responden mal para obtener lo que necesitan.
Tanto la familia como el entorno escolar y educativo deben actuar coordinados para lograr que los niños gestionen adecuadamente sus emociones. Se trata de aprender qué hacer cuando siento una emoción.
La inadecuada gestión emocional
El niño ve y pide un juguete, pero no podemos dárselo, por la razón que sea, y este se pone a llorar, a patalear y a pegar patadas. ¿Es normal que se sienta frustrado? Sí. Es su forma de gestionar ese enfado y frustración lo que no ha aprendido a controlar.
Es decir, no siempre que un niño llora está teniendo una conducta inadecuada. Conforme el niño crece sus conductas emocionales deben ir transformándose. El niño debe pasar de estas más primarias a otras más elaboradas y maduras. Esto es lo que debemos ayudarles a interiorizar.
Actividades para aprender a gestionar las emociones
Los niños aprenden jugando y esta es la mejor forma de enseñarles a manejar las emociones. Para ello, lo primero que debe aprender es el hecho de reconocerlas.
Cómo reconocer las emociones
Desde los 2 años se puede jugar a reconocer emociones con los niños. Por ejemplo, prueba a tomar fotos o dibujos donde los personajes expresen diferentes emociones. Es recomendable hacer un recorrido por todas ellas a través de los gestos. Puedes recopilar las fotos o dibujos en una libreta con su nombre. Al verlas aprenderá a identificarlas y a medida que crezca puedes ampliar el espectro del juego.
Te mostramos algunas pautas para un correcto aprendizaje de la gestión emocional:
– Qué hace el niño cuando siente esa emoción: cómo pone el cuerpo o su cara.
– Situaciones que le hacen sentir esa emoción. Hablad sobre ello.
– Qué piensa cuando siente esa emoción.
– ¿Cómo actúa al sentirla? Si suele tener rabietas es el momento de explicarle que puede actuar de otra forma.
Esta actividad puede hacerse en grupo o en solitario y resulta muy positiva para reforzar el comportamiento emocional adecuado.
Contar cuentos sobre emociones
Se trata de contar cuentos con imágenes que tengan relación con la gestión emocional. Los niños son grandes aficionados a las historias y les encantan los cuentos. Esta actividad puede servirte para que los niños aprendan a expresar y controlar sus emociones.
En este sentido, deberás atender a los siguientes aspectos:
– Selecciona un cuento que tenga como eje principal una emoción.
– Los niños pueden hablar sobre cómo ellos mismos se comportan ante esa emoción.
También se les puede ayudar a debatir sobre ello. ¿Cómo es mejor comportarse? ¿Qué personaje se comportaba bien? ¿Cuál no sabía expresar sus emociones?
Se divertirán e irán tomando como referencia los comportamientos adecuados de los personajes de los cuentos.
Jugar al teatro emocional
También puedes recurrir a confeccionar muñecos o guiñoles con los que los niños pueden hacer su propia historia de teatro. Se utilizan 2 dados de cartón o papel. Un dado tiene elementos o personajes para crear una historia. El otro contiene las emociones básicas.
Cada niño tendrá que representar una historia con los personajes y las historias que le toquen en cada caso, al tirar los dados.
Los niños lo pasan muy bien y van interiorizando, mediante sus propias historias, cómo responder emocionalmente.
Son ejemplos y actividades de gestión emocional para utilizar en la infancia. No olvides que los niños siempre aprenden. Tú puedes ayudarlos a que aprendan una forma sana de mostrar sus emociones.