La principal función del coaching emocional se centra en el aprendizaje de las emociones. Identificar los sentimientos, expresarlos y gestionarlos adecuadamente es esencial para tener una buena salud mental. Este aprendizaje, tan olvidado en décadas anteriores, debe trabajarse desde la infancia para que los niños aprendan la importancia de expresar sus sentimientos.
Ahora puedes formarte con el curso inteligencia emocional de Formainfancia European School y especializarte en esta disciplina.
Índice de contenidos
¿Qué es un coach emocional?
El coach emocional es aquel que se encarga de guiar a otras personas para que estas sean capaces de identificar, interpretar y controlar sus sentimientos. Se trata de un profesional especializado en inteligencia emocional que nos ayuda a ser conscientes de el porqué de los estados de ánimo que experimentamos en las distintas situaciones de la vida. Este autoconocimiento es el que nos permite dirigir nuestras actitudes a la hora de afrontar cada sentimiento.
Ser coach de inteligencia emocional no es algo sencillo. Para asesorar a otras personas en cuanto a gestión de emociones, es vital tener autoconciencia, autocontrol, empatía y habilidades sociales. Tener una inteligencia emocional desarrollada significa que eres capaz de conocer lo que sientes. Estás capacitado para controlar tus acciones y actitudes. El autocontrol y saber medir las emociones implica haber llegado a comprenderlas y a dominarlas. Sin embargo, esto no significa que haya que reprimirlas, sino todo lo contrario, es preciso definirlas y aceptarlas para poder nivelarlas. Es en este punto donde es crucial contar con la ayuda de un profesional si no somos capaces de gestionar equilibradamente nuestras emociones.
Coaching emocional infantil y juvenil
Para un adulto puede resultar complicado “entrenar” las emociones, por este motivo, lo ideal es que la inteligencia emocional se trabaje desde edades muy tempranas. Durante la infancia y la adolescencia, se van descubriendo nuevas emociones y sentimientos. Si durante el desarrollo se aprende a identificarlas y expresarlas, en la época adulta estaremos más preparados para gestionarlas adecuadamente.
En la etapa infantil, a medida que va creciendo, el niño va descubriendo nuevos sentimientos como el miedo, la vergüenza, los celos, la rabia, etc. Es importante que, desde la familia y los centros educativos, se le ofrezca la posibilidad de expresar sus emociones libremente. No se deben reprimir ni juzgar los sentimientos de los más pequeños porqué estamos coartando su capacidad para desarrollar la inteligencia emocional.
Durante la adolescencia, las personas sufrimos transformaciones importantes. El cuerpo experimenta cambios físicos y, de nuevo, se descubren nuevos sentimientos en relación a la propia persona y a los demás. Para la mayoría, se trata de una época conflictiva en el sentido que los altibajos emocionales son habituales. La pubertad es una etapa sensible, en la que los propios sentimientos y la interacción con el entorno y los iguales influyen abruptamente en la vida del adolescente. A pesar de que estos desequilibrios sean normales, se debe prestar mucha atención para identificar cualquier posible trastorno que pueda afectar negativamente al desarrollo emocional de la persona. Su estado anímico y sus actitudes no deben infravalorarse o clasificarse simplemente como rebeldía si se detecta alguna anomalía.
En este caso, si desde la infancia se empiezan a trabajar las emociones, las personas seremos capaces de afrontar con más seguridad todos los cambios importantes que vayamos experimentando durante nuestro crecimiento. Desarrollar la inteligencia emocional en edades tempranas nos convertirá en personas más seguras y capaces de abordar las nuevas situaciones.
La inteligencia emocional en el ámbito educativo
Aunque los contenidos educativos ya incluyen apartados orientados a conseguir las competencias emocionales entre los estudiantes, en los últimos años ha aumentado la necesidad de intercalar el aprendizaje emocional con el cognitivo. Se ha entendido que sin el uno, el otro no es suficiente. En el fondo, ambos se complementan, reforzándose mutuamente. El conocimiento cognitivo aporta fortaleza emocional, y viceversa.
Al controlar la inteligencia emocional podrán obtener la inteligencia cognitiva, que es aquella aprendida a través de los libros. No es imprescindible tener un coeficiente intelectual muy alto para lograr el éxito. Muchas veces, jóvenes con un IQ sobresaliente han experimentado el fracaso por no saber controlar sus emociones. Por ello, los más jóvenes necesitan a alguien como tú que les dirija a esa inteligencia tan necesaria.
Teniendo en cuenta lo anterior, introducir el coaching emocional en el ámbito educativo es decisivo. Los pequeños tienen que aprender a centrarse en su yo interno. Hacerles descubrir sus temores, alegrías, frustraciones y enfados con el fin de que puedan nivelar sus sentimientos y desarrollar una autoestima positiva. De la comprensión interna nacerá también el poder comunicarse eficazmente con el exterior, con sus padres, profesores e iguales.
Es necesario incluir el entorno familiar de los pequeños y a sus profesores. La interacción con el resto de compañeros es imprescindible, el trabajo en equipo es el medio que permite agrupar todos los entornos.
El coach debe dominar la programación neurolingüística y, obviamente, emplear una comunicación fluida y adaptada a los pequeños. Explicar y transmitir de manera sencilla es necesario, recurriendo a métodos adecuados para dicho fin.
Formación en coaching emocional para niños
El coaching emocional infantil requiere de conocimientos en distintos campos. Además de especializarte en inteligencia emocional, debes sentir interés por la docencia y la pedagogía. Un coach en inteligencia emocional debe actuar como ejemplo, especialmente entre los alumnos infantiles y adolescentes.
Una formación adecuada te preparará en técnicas de comunicación y ejercicios para manejar la ansiedad, tan común en el mundo en el que vivimos. Controlar la respiración y manejar el estrés son enseñanzas muy útiles para trabajar dentro de las aulas también.
También es parte del proceso de coaching, instruir a padres y educadores para formar equipo y trabajar juntos en una misma dirección que permita al niño involucrar el aprendizaje de la emociones en todos los ámbitos de su vida.
Mediante la programación neurolingüística ahondarás en el interior de los estudiantes, enseñándoles a comprenderse y a interactuar con su entorno. Les enfocarás a que aprendan a ser mejores por ellos mismos. Serás experto en el refuerzo positivo, sin hacer uso de castigos ni recompensas. Harás que reconozcan cada emoción, para que enfrenten las negativas. Fomentarás la confrontación de conflictos en los distintos contextos. Tendrás presente las diferentes estrategias para llevar a cabo tu papel como coach valiéndote de argumentos filosóficos.