Vivimos rodeados de un mundo que nos trasmite cientos de inputs de información por minuto que nuestro cerebro debe decodificar. Y para ello, nuestro cuerpo no solo usa los cinco sentidos conocidos (vista, olfato, oído, tacto y gusto). También intervienen los sentidos sensoriales, que forman parte de la integración sensorial.

Hoy os explicamos qué es la integración sensitiva, su implicación en la educación de los pequeños y las maneras de afrontar los problemas derivados de esta capacidad. Pasemos a ver qué es. Y si quieres formarte en este ámbito puedes formarte con nosotros con nuestra Formación Atención Temprana y adquiere todos los conocimientos en estimulación sensorial y emocional en la infancia.

¿Qué es la integración sensorial?

La integración sensorial es la capacidad que nos permite interpretar la información que nos dan nuestros órganos sensoriales y nuestro entorno exterior. También es la habilidad por la que generamos respuestas puntuales a cada situación. Por ejemplo: el escalofrío por un arañazo en la pizarra, el dolor de una picadura o la sensación del frío/calor.

Desarrollada por la doctora Jean Ayres, la teoría general de integración sensorial entiende que el funcionamiento neurológico de los niños está relacionado con su comportamiento sensorimotor y su aprendizaje académico.

Aprendizaje e integración sensorial: las disfunciones

En muchas ocasiones, los problemas de aprendizaje poco tienen que ver con la inteligencia o la capacidad intelectual del pequeño. Sino que vienen por problemas en la estimulación sensorial. Es decir, el cerebro no tiene la capacidad de procesar adecuadamente la información y se da algún tipo de disfunción integrativa sensorial.

La integración sensitiva se basa en tres sentidos básicos: el táctil, el vestibular y el propioceptivo. Sistemas que empiezan a desarrollarse al nacer y que nos hacen experimentar, interpretar y responder a diferentes estímulos.

Todo el mundo conoce en qué consiste el táctil. Pero el vestibular y el propioceptivo son conceptos que pueden ser nuevos.

Vestibular

El sistema vestibular es el encargado del sentido del movimiento de nuestro propio cuerpo en el espacio. Da la orientación, seguridad, equilibrio y postura al cuerpo.

Propioceptivo

El sistema de propiocepción es el que nos da la capacidad de sentir la posición relativa de cada parte del cuerpo.

Disfunciones

Cuando alguna conexión falla, se malinterpretan los estímulos externos o internos y se responde con reacciones desmedidas o inadecuadas. Es cuando aparecen la Disfunción de Integración Sensorial (DIS) o el Desorden en el Procesamiento Sensorial (DPS).

Estas disfunciones pueden repercutir directamente en el nivel de actividad, la coordinación motora e incluso en el habla o rendimiento escolar. También afectan a la conducta, apareciendo problemas de distracción, impulsividad e incluso frustración y agresividad. Repercusiones que interfieren de manera directa en el desarrollo cognitivo y en el aprendizaje del pequeño.

Afrontando las disfunciones: la terapia

Para tratar estas disfunciones relacionadas con la integración sensitiva existe la terapia por integración sensorial. Fue diseñada para mejorar el procesamiento sensorial de los niños mediante estimulaciones repetitivas y estructuradas. Conocida en inglés como SI Therapy, la aplica un terapeuta ocupacional o un educador con formación específica.

La terapia consiste en dar las herramientas necesarias para mejorar la organización del sistema nervioso central, modular la información y buscar la respuesta más adecuada en cada situación. Este ‘tratamiento’ es especialmente recomendable ante DIS o DPS, porque el pequeño es capaz de aprender por sí mismo cuándo y cómo usarlas. Una característica que repercutirá efectivamente en su crecimiento personal.

La respuesta a la terapia

Puede ayudarles a sentirse menos agobiados al tener que manejar desafíos. Los especialistas platean actividades par que se sientan seguros y capaces de concentrarse. Durante las sesiones se practica la estimulación sensorial en cantidades apropiadas. Además, se busca la motivación del niño para obtener las mejores respuestas.

La respuesta a la terapia es una mayor coordinación motora y el abandono de las reacciones desmesuradas. Por ejemplo, ya no habrá miedo ante una fiesta de cumpleaños. También mejora su rendimiento escolar y habilidades sociales, así como los ajustes emocionales (autoestima o seguridad).

Cuidado con la tecnología

Hay varias fórmulas para tratar la Disfunción de Integración Sensorial (DIS) o el Desorden en el Procesamiento Sensorial (DPS). Durante la terapia, el educador puede usar juegos, juguetes o tecnología.

Por ejemplo, existen las salas de estimulación sensorial que permiten trabajar experiencias sensoriales a través de acciones o  experimentos. Mientras que el educador es un simple ‘mediador’, el sujeto se convierte en el protagonista de su aprendizaje. Es necesario destacar que la estimulación sensorial para los casos de DIS debe aplicarse por expertos. Sobretodo, porque se debe evitar el efecto contrario: una sobreexposición a estímulos que aumenten la disfunción.

Por otro lado, los expertos advierten sobre el uso de la tecnología para tratar las DIS o DPS. Aunque es cierto que es inevitable recurrir a ella, el cuerpo no ha evolucionado a la par que la tecnología. Es decir, el carácter sedentario de la tecnología se contrapone a la necesidad de actividad para el desarrollo motor y los sistemas sensoriales de los niños.

Inteligencia emocional y sensorial

Las terapias en integración sensitiva contribuyen también al refuerzo de la inteligencia sensorial y la inteligencia emocional del pequeño. La inteligencia emocional comprende, entre otros, la autoconciencia emocional. Una habilidad que se refuerza con la integración sensitiva.

Por su parte, la inteligencia sensorial se desarrolla cuando un bebé todavía no ha tenido acceso al lenguaje y a los conceptos. O lo que es lo mismo, es la capacidad que tiene un persona para percibir matices de información que proporcionan los sentidos. Y, por ende, las sensaciones. Una vez haya accedido a estos, el pequeño empieza a desarrollar la inteligencia conceptual.