Nuestro planeta nos necesita. Afortunadamente, la conciencia ecológica está aumentando exponencialmente, ya que cada vez son más las personas que intentan, con pequeños gestoscotidianos, proteger el medioambiente. La aparición de la ecoescuela es, precisamente, una consecuencia y un reflejo de ello. ¿Te gustaría formar parte de un proyecto de este tipo? Especialízate con nuestro Curso Educación Ambiental y conciencia a los menores sobre la importancia de cuidar el entorno natural.

¿Qué es una ecoescuela?

Se considera como tal a aquel centro educativo que ha incorporado la sostenibilidad en su modelo pedagógico y, asimismo, en su gestión cotidiana. Es decir, se trata de un centro escolar que no solo enseña los patrones de la sostenibilidad y el cuidado ambiental, también los aplica en su metodología educativa.

También hay que tener en cuenta que una escuela ecológica de este tipo no es, necesariamente, un centro creado desde cero. De hecho, se pueden reacondicionar centros ya existentes y reconvertirlos en verdaderas ecoescuelas que trabajen con el mismo fin.

¿Cómo funcionan este tipo de escuelas?

Su área de actuación se concreta en dos niveles ya comentados:

  1. La formación medioambientalmente sostenible de sus alumnos.
  2. La gestión ecológica de su actividad y desarrollo.

Por supuesto, los alumnos de una ecoescuela conocen trucos, usos, conceptos e ideas ecológicamente valiosos. Aprenden la teoría y son capaces de diferenciar las buenas y las malas acciones con criterios sostenibles. Y, lo más importante, reciben una formación integral en la que los valores ecológicos se impregnan en su personalidad.

Estos alumnos, desde muy corta edad, aprenden a participar en la resolución de los problemas ambientales. Si tu hijo es uno de ellos, empezará a comprometerse con el cuidado ecológico de su localidad y su entorno. Poco a poco será animado y coordinado para participar en acciones de mejora en su ecoescuela. También fuera de ella. Y lo hará con absoluta naturalidad, como consecuencia de los valores plenamente asimilados durante su formación.

Ahora bien, no solo los niños cambian sus hábitos gracias y en las ecoescuelas. También los profesores, los progenitores y los administradores evolucionan en la misma dirección. La implicación es absoluta. Y, de este modo, los resultados muchísimo mayores.

Beneficios de ser ecoescuela

La escuela ecológica promueve los valores medioambientales desde edades tempranas. Además, todo el entorno sale reforzado y mejorado en el presente y en el futuro.

Profundizamos a continuación en cuáles son las principales ventajas de las ecoescuelas:

Sensibilización medioambiental

Toda la comunidad se sensibiliza con el cuidado y la protección del medio natural, ya que es una acción que implica a todos los participantes. Asimismo, se fomentan valores como la cooperación y la responsabilidad.

Mayor calidad ambiental del entorno

Se realizan iniciativas positivas para la protección y el desarrollo sostenible, como la creación de huertos o la separación de residuos. La contaminación se reduce a la par que el compromiso de todos se incrementa notablemente.

Participación activa

Los alumnos aprenden y practican la importancia de la participación. Es decir, se vuelven más activos y resolutivos y, al mismo tiempo, descubren que la implicación y la acción generan consecuencias positivas.

Reducción de costes

Se generan ahorros significativos en el gastos energético y de agua, gracias al compromiso medioambiental de los menores realizando acciones como las siguientes:

  • Apagar las luces que han quedado encendidas en las aulas.
  • Cerrar los grifos cuando no estén en uso.
  • Reutilizan elementos que, en otros casos, se convertirían en residuos.

La importancia de dar ejemplo en el cuidado medioambiental

Los niños tienen un rol fundamental en relación al cuidado de nuestro planeta. Y es que, los menores, son más capaces de adaptarse a los hábitos mucho antes y, a la vez, influyen más en las acciones de los mayores. Además, los pequeños en unas generaciones, dirigirán la sociedad, por lo que determinarán los cambios y las realidades que imperarán.

En este sentido, el ejemplo que les damos es decisivo, ya que los pequeños aprenden mediante la imitación y el juego y con una gran rapidez. No tienen reparos ante la novedad, al contrario, les fascina. Además, su naturaleza los lleva hacia la sensibilidad medioambiental: demuestran empatía por los animales y disfrutan al aire libre. Tienen menos problemas para cambiar sus hábitos, pues están menos consolidados. Si les enseñamos de forma divertida, como si de un juego se tratase, aprenderán enseguida.

Pero de nada sirve todo ese avance si, en su entorno, el ejemplo no refuerza sus aprendizajes. Esta es la baza ganadora, el mayor logro de la concepción y la aplicación de una ecoescuela. La ecología se aprende, y se vive, de una manera integral y permanente. Los alumnos son impelidos a asumir su papel activo y participativo en el cuidado del planeta. Conocen y aceptan su responsabilidad. Si bien lo hacen en un entorno en el que ven a sus padres, profesores, compañeros y administrativos colaborando en la misma dirección.

En consecuencia, interiorizan el proceso con una absoluta naturalidad. El aprendizaje ecológico deja de ser un conjunto de lecciones teóricas, más o menos aplicables, porque se convierte en una actitud individual, escolar y colectiva que todos automatizan y hacen propia con un compromiso constante.

Cómo ser ecoescuela: actividades para lograrlo

La ecología es una filosofía de vida. Un objetivo y una tendencia en sí misma. En su día a día, una ecoescuela impulsa infinidad de acciones que promueven la sostenibilidad y prácticas medioambientales.

Estas son algunas de ellas de las actividades que caracterizan a una escuela que apuesta por la concienciación medioambiental en la infancia:

  • Separación de residuos gestionados por los alumnos y el centro. Algunos centros, incluso, se convierten en puntos limpios.
  • Creación y cuidado de huertos escolares.
  • Reutilización y reaprovechamiento de lo que habrían sido residuos.
  • Aprendizaje y adquisición de hábitos de ahorro energético.
  • Recogida de basura en espacios públicos, como playas, bosques o plazas
  • Charlas informativas para otros colectivos de la comunidad.

Las ecoescuelas han llegado para quedarse. Suponen un espaldarazo definitivo a la conciencia ecológica, de presente y de futuro, que nuestra sociedad necesita. Los niños aprenden los principios y los hábitos ecológicos con naturalidad, desde el ejemplo y la adhesión voluntaria. Ellos serán las correas de transmisión de esos conocimientos y vivencias a las generaciones futuras.

Además, se les motiva a actuar, a moverse, a asumir su responsabilidad. Y, además, la comunidad también se implica y sale beneficiada gracias a las acciones impulsadas por los niños y por sus entornos. Desde luego, tener una ecoescuela cerca es una suerte para todos.