¿Has oído hablar alguna vez de la disciplina positiva? Es la metodología educativa que, impartida por mamás, papás o docentes, busca educar en positivo. ¿Qué significa? Dejar de prohibir y lanzar mensajes negativos a los niños. ¿Con qué objetivo? Brindarles las herramientas necesarias para empoderarlos y convertirlos en seres respetuosos y amables con el entorno y consigo mismos. Así, los peques educados positivamente serán adultos responsables y con recursos para salir adelante y llevar una vida plena. Si estás interesado en conocer más sobre el tema, no te pierdas nuestro curso Psicología infantil.

Como todo avance o logro en la crianza o educación, este cambio de enfoque precisa de adultos que acompañen a los pequeños. Padres y maestros comprometidos con su rol y con el niño que tienen a cargo. Ese adulto eres tú y estás a punto de cambiar la formación de tu hijo o alumno para siempre.¿Nos acompañas?

Educar en positivo: ejercicios para realizar en casa o la escuela

Lo primero que debes saber es que para empezar a educar a tus pequeños en positivo deberás armarte de paciencia. Comienza por con el famoso “ensayo y error”. Es normal que al principio aparezcan errores o equivocaciones. No te preocupes, mentalízate positivamente para ser capaz de “resetear” o reiniciar todas las viejas enseñanzas y usanzas educativas.

Educar en positivo exige dejar atrás algunos aprendizajes para incorporar novedades en materia de crianza y educación. Por eso, deberás convertirte en un eterno aprendiz. Mantente siempre dispuesto a incorporar la lección y ponerla en práctica en tu día a día. Y a propósito de práctica diaria, apúntate algunos ejercicios para hacer con tus peques y entrar en ritmo:

Celebra sus cualidades

Debes estar atento al niño. y su manera de actuar. Cuando se comporte de acuerdo con los valores que intentas inculcarle, felicítalo. Obviar el mérito o aquello bine hecho podría ser un error. En cambio, el reconocimiento puede traducirse en un refuerzo de esta su conducta. Un seguro de que puede acabar siendo aquello que buscamos que sea: un hábito.

 

Empatía en modo práctico

Para comprender cómo comprenden el mundo y sus acciones los peques debemos usar una arma fundamental: la empatía. Si sabemos cómo se siente, a qué teme, qué motivaciones tiene o qué le frena identificaremos las ideas a trabajar. Y el trabajo es una de las únicas maneras que nos permitirá cambiar la situación y reenfocar su crecimiento hacia la educación positiva.

 

Conviértete en el adulto ejemplar

Ya sabemos que los niños, sobretodo en sus primeros años de vida, tienden a repetir por imitación. Suelen imitar lo que hacen las personas de su entorno para encontrar un lugar cómodo en el grupo social donde están. Por eso, es importante que seamos aquello que queremos que el pequeño sea. Sé el guía que te gustaría haber tenido o que has tenido y quieres mantener en la familia.

 

Las acciones son malas; las personas no

En caso de que el niño haya cometido una equivocación o un error, evita aleccionarle en lugares públicos. Indícale, en un ambiente íntimo o privado, qué error ha cometido. Usar la estrategia de “esto que has hecho es de niños malos” sería contraproducente. El niño debe entender que lo malo son las acciones y no las personas.

 

Ayuda a tu hijo o alumno a crear una rutina y cumplirla

El orden genera bienestar. Los niños necesitan anticiparse. Saber qué hacen los lunes, quién los recoge los martes, qué le regalará a su amigo el miércoles… Así sucesivamente. Si el baño es antes de la cena, no pondrá “peros” a la hora indicada y estará predispuesto a hacerlo.

 

Espacio de relax

En la etapa escolar e infantil, uno de los requisitos primordiales para un crecimiento personal equilibrado es la estabilidad emocional. Para conseguirla, es recomendable que el pequeño tenga un espacio especialmente diseñado para el relax. Debe ser un lugar adecuado y condicionado para que el pequeño pueda pensar y relajarse, dejando atrás la presión del día. Casi como los adultos, ¿no?

 

Beneficios de la educación en positivo

Educar en positivo a niños en edad escolar tiene múltiples. Te explicamos algunas de ellas a continuación:

– Aporta al pequeño herramientas y habilidades que en el corto, mediano y largo plazo le permitirán desarrollar su autonomía.

– La empatía que tú, como adulto, muestras a tu hijo o alumno al criarlo y/o educarlo es aprendida por el pequeño. Mañana él podrá “ponerse en los zapatos” de otros e interactuar mejor con ellos.

– Si tú confías en el pequeño, crecerá seguro haciéndose responsable de sus actos. Es una inversión a futuro.

– La disciplina positiva fortalece la autoestima de pequeños que, confiados, ya no son presa fácil del acoso escolar, por ejemplo.

– Contribuye a que los menores obtengan aprendizajes que les sirvan para enfrentar el día a día. Así serán capaces de vivir plenamente la vida cotidiana y sus avatares.

– El adulto que educa en positivo brinda a sus niños mensajes firmes y claros, no dudosos o ambiguos. Ello mejora la comunicación familiar o escolar y facilita el intercambio con el mundo (los otros y las cosas).

 

Consejos útiles para padres o docentes

Para educar en positivo es preciso, previamente, tomar consciencia de que nuestros mensajes están plagados de noes y prohibiciones. Como mamá, papá o maestro te sonará: no hagas tal cosano te compraré el juguetesi no te comportas… Seguro que te acuerdas de alguna ocasión en la que se lo has dicho. Con intención o sin pretenderlo, estas advertencias lanzan mensajes que connotan negación. Lo que a su vez reporta negatividad. Si, en cambio, refuerzas positivamente tus mensajes en la crianza y la educación, verás cómo cambia el comportamiento del niño.

¿Cómo hacerlo?

– Procura que tus palabras superen la sabiduría de tu silencio. No es preciso hablar de más, es necesario hablar lo justo y asertivamente.

– Intenta educar sin órdenes, sino brindando sugerencias. No puedes hacer esto o aquello… podría reemplazarse por: ¿no te parece mejor hacer esta otra actividad? No solo no prohíbes, sino que das libertad al pequeño.

– Utiliza los errores como oportunidades para aprender. En vez de regañarle, muestra a tu hijo o alumno en qué se ha equivocado y enséñale una acción alternativa. Así lo motivarás a subsanar errores.

– Evita los castigos. Pueden resultar funcionales solo por un breve lapso. Un día sin ver la “tele”, una semana sin tablet o diez días sin visitas de amigos resultan inútiles. Enfócate en soluciones, no en escarmientos.

– Eleva la autoestima del niño. Hazle saber que puede, que confías en él o ella y que sabes que podrá superarse. Aliéntalo a no bajar los brazos. Todo adulto seguro contó en su niñez con un adulto que creyó en él.

Ahora que conoces qué es la disciplina positiva y en qué consiste el hecho de educar en positivo, haz la prueba tú mismo. No será sencillo al principio, porque es preciso “reprogramarse”, pero tampoco imposible. ¡Ánimo y a por ello!