El contrato de contingencias puede ser muy útil para cambiar el mal comportamiento de un menor. Lo puedes usar como docente, como madre o padre de familia. Ten en cuenta que también es efectivo entre adultos, aunque, en este caso, lo orientaremos a la infancia. Sigue leyendo porque te contamos todas las ventajas que aporta este método. Y, si quieres profundizar en las técnicas y herramientas más eficaces para mejorar la conducta infantil, puedes ampliar tus conocimientos con el Máster en Pedagogía y Psicopedagogía Infantil y dirigir tu carrera profesional hacia este ámbito de trabajo.
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¿En qué consiste el contrato de contingencias?
El contrato de contingencias, también llamado conductual, está enfocado a corregir el comportamiento de la persona. Aplicado a la infancia, este acuerdo de la conducta se centra en intentar hacer ver al menor que puede obtener mayores beneficios si actúa correctamente. Como es obvio, para lograr este objetivo debemos proponerle la obtención de una recompensa como beneficio propio.
El refuerzo positivo es el mejor aliado en la educación infantil. En este aspecto, lo más complicado para ti, como adulto, puede ser cumplirlo a rajatabla. En muchas ocasiones, los mayores tendemos a ablandarnos y terminar cediendo ante nuestros pequeños. Pero, si existe un comportamiento negativo tras esto, corremos el riesgo de reforzar positivamente la mala conducta. En este círculo vicioso estaremos dando una lección errónea al menor, haciéndole ver que, independientemente a su conducta, siempre ganará.
Cómo aplicar correctamente el contrato conductual
Para que ambas partes, adultos y pequeños, cumplan con el objetivo, será necesario dejar por escrito el contrato. Este deberá ser muy formal, para que el menor que lo firme comience a tomárselo en serio. Además, el hecho de que esté por escrito, ayudará a recordar los objetivos a alcanzar.
Es importante ser consecuente con los premios. Es decir, si el cambio no representa demasiado esfuerzo, el premio tampoco deberá ser exagerado. Lo ideal es ir marcando las pautas a seguir, ofreciendo pequeñas recompensas, hasta alcanzar una mayor meta. Por ejemplo, proponerle que estudie más, a cambio de su comida favorita, y prometiéndole algo mejor si pasa todo el curso sin suspensos.
Ten en cuenta que cada punto debe estar correctamente claro, no permitiéndose dobles lecturas o interpretaciones. Ante todo, a la hora de escribir el contrato, asegúrate de que la otra parte está de acuerdo. El niño debe sentirte parte del contrato de contingencias, por lo que debe participar en su escrito. La firma de ambos es muy importante para que el pacto quede sellado. Después puedes dejarlo a la vista del pequeño para que recuerde cómo lograr su objetivo.
Mejorar el comportamiento del niño
Para hacer que esta estrategia funcione es preciso que analices lo que quieres mejorar en el menor. Muchos pequeños, como una manera de llamar la atención, pueden llegar a protagonizar escenas caóticas. Con el contrato de contingencias lograrás corregir esa conducta, además de comprender mejor al niño.
Ante la falta de disciplina en los estudios, el acuerdo permitirá que se tome más en serio su aprendizaje. Ten en cuenta que no puedes exigir al menor que saque un 10 en una materia cuando no es capaz de aprobarla. Las exigencias deben ser adecuadas a las capacidades de cada pequeño. En este caso, pídele un mayor esfuerzo demostrable, bajo una pequeña recompensa. Conforme vaya mejorando las metas, deberás mejorar los obsequios.
El adulto no debe incumplir el contrato
Aunque parezca mentira, quienes más incumplen el contrato de contingencias somos los adultos. De alguna forma, muchos de nuestros pequeños han aprendido a persuadirnos, hasta que terminamos cediendo. Esto supone, a la larga, un refuerzo positivo de una conducta negativa, lo que provoca la repetición de la misma.
No ser tajante en nuestra parte del acuerdo hace que no consigamos ninguna mejora en el menor. Por eso, dejarlo por escrito logrará que sellemos el pacto y se muestre más serio para las partes.
Así que, aunque te cueste, deberás ser tajante y no premiar al niño si este no cumple con su parte del trato. Es verdad que es algo complicado, sobre todo porque el pequeño debe apostar por algo que desea conseguir. Si queremos que gane en disciplina, la cual le será muy útil para toda su vida, cumpliremos con lo firmado.
Lo importante del contrato de contingencias son los beneficios que logra el pequeño, así como la satisfacción que te dará verle superarse.
Las ventajas de los contratos conductuales
En todo contrato existen ventajas que benefician a ambas partes. Así ocurre, como podrás comprobar, con este contrato conductual.
- Por un lado, siempre que cumpla con la parte de su acuerdo, el niño obtendrá beneficios. Por otro lado, tú, como adulto, notarás una mejora en el comportamiento o la actitud del menor.
- Ten en cuenta que para que avanzar hacia el éxito es preciso que cumplas lo acordado. En este sentido, sobre todo con los más pequeños, debes premiar inmediatamente después de lograr la meta. Solo así podrás llevar a cabo nuevos contratos futuros y verlos cumplidos por los pequeños. En el caso de los adolescentes, aunque pueden esperar un poco más a la hora de ver recompensados sus esfuerzos, no hay que demorarse mucho. Recuerda que no debes prometer más de lo que esté en tu mano.
- En este acuerdo, además de ver un cambio en el menor, notarás un acercamiento entre las partes. Sin duda, sirve para crear una mayor empatía entre quienes lo firman, sencillamente porque deben establecer un diálogo. Muchas veces, el mal comportamiento de un niño viene propiciado porque quiere llamar la atención. En este contrato no solo tendrá toda tu atención, sino que podrá oír lo que esperas de él y lo que él desea.
- A largo plazo, el menor habrá aprendido que ante la disciplina y un buen comportamiento obtendrá mayores beneficios. Esto le servirá a lo largo de su vida, también para marcar sus metas, las cuales irán aumentando a medida que vaya creciendo.
Un contrato de conducta se puede realizar entre personas de todas las edades. Con los niños verás muy buenos resultados, sirviéndote para cambiar una mala conducta o verles aplicarse en sus estudios. Al final, todo serán beneficios.