Los juegos para niños con autismo no solo son una forma de entretenimiento, sino también una herramienta fundamental para desarrollo emocional, social y cognitivo. Elegir actividades adecuadas puede marcar la diferencia en su aprendizaje, comunicación y capacidad de interacción con los demás. En este artículo descubrirás cómo afecta el autismo al juego, por qué es tan importante y qué tipos de actividades favorecen su bienestar y progreso.

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Cómo afecta el trastorno del espectro autista al juego

El trastorno del espectro autista (TEA) influye directamente en la forma en la que los niños se relacionan con el entorno y participan en actividades lúdicas. Muchos infantes con autismo presentan dificultades para iniciar interacciones sociales, compartir intereses o comprender reglas complejas durante el juego. Esto no significa que no disfruten jugando, sino que pueden preferir actividades solitarias o centrarse intensamente en ciertos objetos o temas de interés.

Además, el TEA puede afectar la comunicación verbal y no verbal, lo que influye en cómo los niños y niñas interpretan y responden a las señales de otros durante el juego. Por ejemplo, un infante con autismo puede no entender gestos, expresiones faciales o el turno de palabra en juegos grupales. Por eso, es crucial adaptar las actividades a sus necesidades, fomentando la participación progresiva y reforzando habilidades sociales de manera lúdica y motivadora.

La importancia de jugar para los niños con autismo

Jugar no es solo diversión: para los/as niños/as con autismo es un pilar del desarrollo integral. A través del juego, pueden explorar emociones, mejorar la comunicación y aprender a relacionarse con su entorno de forma segura y estimulante. Además, el juego fomenta la creatividad, la resolución de problemas y la autoestima, aspectos que a menudo requieren apoyo adicional en niños/as con TEA.

Entre los principales beneficios del juego para niños con autismo destacan:

  • Desarrollo social. Aprender a compartir, cooperar y comprender reglas de manera progresiva.
  • Estimulación sensorial. Actividades que ayudan a procesar estímulos táctiles, visuales y auditivos de forma adaptada.
  • Mejora de la comunicación. Juegos que fomentan el uso de palabra, gestos o sistemas alternativos de comunicación.
  • Fomento de la motricidad. Juegos que fortalecen la coordinación motriz fina y gruesa, esenciales para la autonomía.
  • Refuerzo de la autoestima y la confianza. Lograr objetivos durante el juego genera sensación de logro y motivación.

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¿Qué juegos y actividades son buenos para niños con autismo?

Seleccionar los juegos adecuados puede potenciar las habilidades de los niños/as con autismo y minimizar situaciones de frustración. Lo ideal es combinar actividades estructuradas con otras más libres, siempre respetando los intereses y ritmos del niño/a. A continuación, te mostramos algunos tipos de juegos que resultan especialmente beneficiosos:

Juegos sensoriales

Actividades como plastilina, arena kinética, pintura de dedos o agua permiten a los niños y niñas explorar texturas, temperaturas y consistencias de manera controlada. Estos juegos no solo estimulan el sentido del tacto, sino que también fomentan la concentración, reducen la ansiedad y ayudan a los niños a regular sus emociones. Además, los juegos sensoriales pueden adaptarse fácilmente a cada niño, ofreciendo experiencias predecibles y agradables que fortalecen la conexión con su entorno.

Juegos de construcción y manipulación

Bloques, encajes, rompecabezas y juguetes de ensamblaje son excelentes para mejorar la coordinación ojo-mano y la planificación de acciones. Estas actividades también desarrollan la paciencia, la resolución de problemas y la motricidad fina. Al centrarse en un objetivo concreto, los niños con autismo aprenden a perseverar, experimentar con distintas soluciones y obtener una sensación de logro que refuerza su autoestima.

Juegos de imitación y rol

El uso de disfraces, muñecos, teatro de marionetas o actividades de dramatización ayuda a los/as niños/as a comprender emociones, gestos y conductas sociales. La imitación permite practicar interacciones en un entorno seguro, promoviendo la empatía, la comunicación y la creatividad. Además, los juegos de rol facilitan que los/as niños/as expresen sus sentimientos de manera simbólica, mejoren su lenguaje y se familiaricen con situaciones sociales cotidianas.

Juegos de movimiento

Actividades físicas como saltar, correr, trepar, montar en bicicleta o hacer circuitos de equilibrio contribuyen al desarrollo motriz grueso, la coordinación y la regulación emocional. El ejercicio físico regular ayuda a canalizar energía, reducir niveles de ansiedad y mejorar la concentración. También favorece la socialización al permitir que los niños y niñas compartan actividades dinámicas con sus pares, lo que refuerza tanto la confianza como la autoestima.

Juegos estructurados con reglas claras

Juegos de mesa adaptados, memoria, bingo o juegos de cartas sencillos enseñan a los niños y niñas a seguir instrucciones, respetar turnos y aceptar resultados. La estructura y la previsibilidad de estas actividades proporcionan seguridad y fomentan la comprensión de normas sociales de manera gradual. Además, ayudan a mejorar la atención, la planificación y la memoria, lo que repercute positivamente en otras áreas del aprendizaje y la vida diaria del niño o niña.

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