Hablar de un bebé con hiperactividad puede generar dudas, inquietud e incluso miedo, especialmente cuando notas que tu pequeño parece tener más energía de la que puedes manejar. Y aunque es cierto que todos los bebés son curiosos y activos por naturaleza, existen señales que pueden despertar preguntas razonables sobre su comportamiento. En este artículo vamos a ayudarte a distinguir lo habitual de lo que conviene observar con mayor atención y darte claridad para actuar sin incertidumbre ni alarmismos.
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¿Cómo detectar si un bebé es hiperactivo?
Detectar hiperactividad en un bebé no es tan sencillo como parece. Los/as niños/as pequeños/as están en constante movimiento por naturaleza, por lo que distinguir entre un comportamiento normal y uno que podría estar relacionado con un trastorno requiere observación consciente y, sobre todo, paciencia. Aquí es donde la pregunta más frecuente de muchos padres surge: “¿Pueden los bebés mostrar signos de hiperactividad?” La respuesta corta es sí, aunque esto no implica necesariamente un diagnóstico definitivo.
El desafío principal radica en que, durante los primeros años de vida, los pequeños atraviesan una etapa de intenso desarrollo físico y cognitivo. Sus reacciones son espontáneas, su curiosidad no tiene límites y su energía parece inagotable. Sin embargo, si notas que tu bebé no solo está activo, sino que supera notablemente los niveles esperados para su edad, tiene dificultades para relajarse o se muestra excesivamente irritable, podrían ser señales tempranas de alerta. En estos casos, no se trata de preocuparse, sino de observar y consultar con un especialista si las conductas persisten.
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¿A qué edad se diagnostica hiperactividad?
Aunque puedas detectar señales de inquietud desde los primeros meses, la hiperactividad como parte del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) no se diagnostica formalmente en la etapa de bebé. Esto se debe a que el sistema nervioso aún está en plena maduración y los patrones de comportamiento cambian de forma drástica con el desarrollo. Los especialistas coinciden en que es a partir de los 5-6 años cuando el diagnóstico puede ser más preciso y fiable.
Hasta alcanzar esa edad, es posible identificar rasgos compatibles con la hiperactividad, pero son considerados indicios y no una confirmación. Es muy importante entender esta diferencia, ya que un diagnóstico prematuro puede generar confusiones y etiquetas innecesarias. Lo ideal es mantener una comunicación constante con profesionales, observar la evolución del niño y asegurarse de que su entorno responda adecuadamente a sus necesidades emocionales, educativas y sociales.
Síntomas de los bebés con hiperactividad
Cuando se habla de un bebé con hiperactividad, se hace referencia a determinados patrones de comportamiento que destacan por encima de lo esperado. Aunque estos síntomas no constituyen un diagnóstico por sí mismos, sí pueden servirte como guía para detectar comportamientos que merecen seguimiento.
Movimientos constantes e intensos
Estos bebés parecen no tener pausa. Se giran, se impulsan, patalean e intentan desplazarse todo el tiempo, incluso cuando están en brazos. No se trata únicamente de curiosidad, sino de una necesidad continua de movimiento que puede resultar agotadora para quienes los cuidan. La sensación es que nunca logran quedarse quietos, ni siquiera durante actividades que suelen calmar a otros bebés, como el baño o el momento de alimentación.
Dificultad para dormir y siestas cortas
Mientras la mayoría de los bebés necesita largas horas de sueño para recuperarse, aquellos con conductas hiperactivas muestran problemas evidentes en este aspecto. Les cuesta relajarse, conciliar el sueño y, cuando lo logran, lo mantienen por poco tiempo. Este patrón provoca cansancio acumulado tanto en el bebé como en sus cuidadores, afectando su estado de ánimo y su capacidad de concentración.
Alta irritabilidad y frustración
Estos bebés parecen frustrarse con facilidad, lloran con intensidad ante mínimas dificultades y su nivel de tolerancia a la espera es prácticamente nulo. No es raro que pasen de la risa al llanto en cuestión de segundos sin un desencadenante claro. Esta falta de regulación emocional refleja un sistema nervioso en plena ebullición, donde las emociones se experimentan de manera exagerada y con poco control.
Sobrerreacción a estímulos externos
Son bebés extremadamente sensibles a sonidos, luces, texturas o cambios ambientales. Un ruido inesperado puede provocar un estallido emocional o una excitación repentina. Sus sentidos parecen “siempre encendidos”, procesando todo lo que ocurre alrededor con tal intensidad que les dificulta relajarse. Esto también explica por qué les resulta tan complicado desconectar y dormir.
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