La inestabilidad emocional aparece en la adolescencia produciendo una variación constante de los sentimientos o emociones. Se le denomina Trastorno de Inestabilidad emocional o TIE y constituye el trastorno de salud mental más habitual en la adolescencia. Si te interesa formarte en este ámbito, consulta nuestros Cursos de Atención Temprana Así podrás detectar trastornos en la infancia y conocerás las técnicas para la prevención, diagnóstico y tratamiento de diferentes disfunciones. Si quieres dedicarte a la pedagogía infantil y promover un desarrollo correcto en la etapa infantil y adolescente, elegir esta formación te capacitará para promover un correcto desarrollo a nivel motor, socioafectivo, cognitivo y sensorial en los niños.

¿Qué es la inestabilidad emocional?

La podemos definir como un conjunto de síntomas que aparecen en la etapa juvenil produciendo desequilibrios en emociones y sentimientos. El adolescente pasa de un estado de indiferencia a uno de afectación emocional sin motivo aparente. También se observan cambios emocionales por causas muy insignificantes, ira o malestar emocional repentinos. Este problema llega a afectar hasta a un 6% de los adolescentes, una cifra que aumenta si existen agravantes de la situación familiar como, por ejemplo, problemas económicos.

En realidad, se relaciona con los trastornos de personalidad y aunque los adolescentes suelen sufrir cambios emocionales bruscos, en este caso, el problema es más grave. No es un cambio emocional habitual de la etapa adolescente. El TIE implica que las emociones no están bien reguladas, se tienen pensamientos extremos y polarizados, las relaciones personales se vuelven caóticas. Habitualmente los niños o adolescentes inseguros, y con baja autoestima, presentan varios de estos síntomas. No obstante, también puede producirse por causa de otro tipo de enfermedades, en este caso, el trastorno es el síntoma de una enfermedad médica.

¿Cómo detectamos los síntomas?

La inestabilidad emocional se evidencia mediante cambios muy bruscos o rápidos en el estado emocional. El niño no puede ser constante en sus tareas, no puede terminar sus objetivos y parece que cualquier meta le es imposible, ya que siente frustración inmediata.

Los rasgos habituales de este tipo de niños son:

– Dependencia afectiva y emocional de otras personas: ya sean los padres u otras figuras.

– Incapacidad para reconocer su inestabilidad emocional, o no tienen conciencia de ella.

– Inestabilidad en diferentes situaciones de su vida: colegio, amigos, familia.

– Conflictivos en diferentes ámbitos: peleas en colegio, falta de disciplina en el aula o en casa, enfados y peleas con amigos o hermanos.

– Traspaso del sentimiento de enfado de una situación a otra. Cuando tienen un problema en el colegio se enfadan en casa con los padres o hermanos, o viceversa. No son capaces de circunscribir su enfado a un determinado ámbito. La situación les desborda.

– Son niños que buscan apoyo de alguna figura de autoridad, o de alguna persona de la que emocionalmente dependen. Cuando sus deseos no son satisfechos pueden haber conductas autodestructivas que suelen afectar a su entorno: autolesiones, intentos de suicidio, agresividad hacia los demás.

Causas de los desequilibrios emocionales

¿Te preguntas qué nos lleva a ser inestables emocionalmente? La respuesta es difícil de concretar. Sin embargo, hay determinados factores que inciden en el desarrollo de esta sintomatología, como son los siguientes:

  • La genética. Varias investigaciones avalan que el factor genético tiene mucho que ver con la predisposición de ser menos o más inestable. Hay rasgo innatos que nos hacen más neuróticos y que, de alguna manera, forman parte de nuestra personalidad. Eso sí,  esta explosión de emociones se magnifica en la adolescencia y, por ello, es más común detectar este tipo de desequilibrios en la etapa juvenil.
  • El entorno. El espacio donde nos criamos y frecuentamos también influye y más cuando somos niños y adolescentes, ya que lo que vivimos nos marcará después en nuestra etapa adulta. Por ejemplo, un apego inseguro en la infancia hace que el niño y después adolescente acarree dicha característica.
  • Las particularidades del cerebro. Según investigaciones neurocientíficas, existen diferencias a nivel anatómico en el cerebro de las personas más neuróticas si se compara con otras personas que no presentan este rasgo de personalidad.

¿Qué hacer ante un niño o adolescente con desequilibrios emocionales?

Este trastorno es complicado de abordar, la terapia psicológica es una de las formas de tratarlo.  El objetivo de la terapia es estabilizar las emociones hallando el equilibrio y una posible realización personal. Es importante tratar esta afección porque, de lo contrario, a la larga puede empeorar y hacer que el adolescente se sienta frustrado, resentido y emocionalmente dolido, así como sufrir depresión.

Para empezar, el psicólogo deberá asegurarse de que esta inestabilidad emocional no proviene de ningún problema de tipo médico. Una vez que se sabe que el problema es psicológico, la terapia va a variar en función de los síntomas y de las necesidades del niño o del adolescente.

¿Cómo se trata la inestabilidad emocional?

Existen diferentes formas de abordar este problema de salud psicológica. Para ello el psicólogo es el terapeuta más indicado. En el caso de los niños y adolescentes el psicólogo infantil es el profesional especializado para la evaluación y el tratamiento.

Se realizarán técnicas de relajación y respiración así como ejercicios que fortalezcan la autoestima para enseñarle a comunicarse mejor. Trabajar técnicas de resolución de problemas, aumentar la tolerancia a la frustración, probar la restructuración cognitiva, la meditación o el yoga.

A su vez, utilizar el ejercicio físico o cambiar de entorno si este es insatisfactorio suele ser conveniente. El tratamiento es individual e integral de la persona y de su entorno inmediato.

Los últimos avances en terapia

Actualmente se ha demostrado que la terapia icónica da buenos resultados en este trastorno. Este método se basa en utilizar imágenes (o ciertos iconos para cada área tratada). El paciente lo asocia al área que se está trabajando durante la sesión. Se le ayuda a evocar mediante las imágenes un razonamiento concreto y así se pueden anticipar al impulso emocional. Esta terapia puede hacerse de forma grupal o individual, e incluso existe la posibilidad de realizarla en familia.

Esta terapia ayuda a prepararse y a entrenarse en resilencia, es decir, contribuye a que el niño sea capaz de soportar mejor los malos momentos de su vida, o el dolor emocional. Además, es importante para mejorar la recuperación emocional, y la capacidad de adaptarse ante una situación estresante, ante la frustración o ante los conflictos.

¿Por qué la adolescencia es una etapa de inestabilidad emocional?

La adolescencia o pubertad es la etapa en la que se produce una mayor inestabilidad emocional. Es el momento en que las personas debemos afrontar nuevos desafíos y asumir nuevas responsabilidades. Los enfados, la rabia, la alegría o la tristeza desmedidos, los cambios bruscos de una a otra emoción, son más recurrentes que en otros ciclos de la vida porque experimentamos cambios importantes a nivel físico, emocional y psicológico.

Sin embargo, el TIE es un verdadero desorden y el adolescente puede llegar a sufrir trastornos más graves de personalidad, como el Trastorno límite de personalidad o depresión, si no se identifica y trata adecuadamente. És vital reconocer cuando los vaivenes emocionales dejan de ser un hecho típico de la adolescencia.

¿Se puede ayudar desde la niñez a expresar las emociones de forma adecuada?

La expresión de las emociones desde la infancia implica una educación en la que el niño pueda:

– Expresar las emociones sin ser calificado y ser capaz de relacionarlas con los hechos. Desde pequeños conocer las propias emociones y qué situaciones las desencadenan puede ser una forma de controlarlas mejor.

– Conocer las propias emociones y ponerles nombres: alegría, tristeza, enfado, dolor, pena, rabia o irritabilidad. Si los niños aprenden a identificar las emociones y les ponen nombre podrán expresarlas mejor.

Es importante educar emocionalmente a los pequeños para que aprendan a canalizar y expresar sus emociones sin hacer juicios sobre lo que una persona siente. Así, los niños crecen con mayor control emocional, aprenden a expresarse y no se sienten frustrados por sentir enfado o malestar.