A través del juego simbólico podemos observar observar la maduración de los niños, así como el aprendizaje que adquieren de su entorno. El simbolismo permite recrear situaciones y representar a diferentes personajes, lo cual incentiva el ingenio y la creatividad de los menores. Además, este tipo de actividades también a potenciar la socialización en la infancia. ¿Quieres formarte como Monitor de Ocio Infantil? Especialízate con nuestra formación e idea los mejores planes para los más pequeños.

¿Qué es el juego simbólico?

El juego simbólico es una demostración de todo lo que un niño puede imaginar y recrear conforme a lo que conoce de su alrededor. El simbolismo implica representar escenarios que, aparentemente, son invisibles. Estos forman parte del imaginario infantil, por medio del cual se recrean escenas para convertirlas en un momento lúdico.

La mímesis es clave en el ocio infantil simbólico. Y es que, gracias a la imitación, los peques pueden jugar mientras inventan distintos contextos, como la hora del café, una clase, etc. Todo esto implica un desarrollo mental necesario que, al mismo tiempo, les permite ampliar su vocabulario e interactuar con otros niños.

El psicólogo suizo Jean Piaget, uno de los autores referentes que han analizado el juego infantil, propuso una división de los juegos en función de su estructura y las habilidades que desarrollan en el niño. Dentro de esta clasificación, para Piaget el juego simbólico permite a los pequeños imaginarse una realidad inventada por ellos mismos.

Características de los juegos simbólicos

  • El juego con simbolismo tiende a aparecer entre los 2 y 3 años. Implica la reproducción de frases y contextos que el niño ha vivido directa o indirectamente. A partir de ahí, y partiendo de sus conocimientos previos, su imaginación puede volar hasta inventar nuevas historias.
  • A la práctica, los niños pueden usar cualquier objeto que tengan a su alrededor para convertirlo, con ayuda de su imaginación, en algo mágico. Una caja puede recrear un casco de moto, una casa para un perro imaginario o, incluso, un coche.
  • Cada etapa del niño es diferente y esto se puede observar en cómo el simbolismo en el juego se va desarrollando a medida que crece. Al principio, el pequeño se siente más seguro jugando solo, pero, a medida que va cumpliendo años, tendrá la necesidad de jugar acompañado.
  • A través del simbolismo, los menores aprenden a exteriorizar mejor sus sentimientos, convirtiéndose en una herramienta psicológica fundamental para comprender mejor a cada niño.
  • Los pequeño desempeñan roles diferentes, pero sin atender a las consecuencias que puede percibir un adulto.

Beneficios que implica el simbolismo en el juego

El juego simbólico aporta múltiples beneficios a los más pequeños, ya que son fundamentales para su correcto desarrollo cognitivo. Si bien este suele iniciarse a los dos años de edad, su desarrollo de prolonga durante muchos años.

Por otra parte, este tipo de juego también fomenta la socialización en la infancia. Ten en cuenta que, a a partir de los cuatro años, el niño va a necesitar relacionarse y jugar con los demás.

En suma, el juego se convierte en la mejor herramienta para enseñar y motivar a los niños. Descubrirás cómo, por medio del ocio, adquieren un aprendizaje imprescindible para su desarrollo y crecimiento.

La importancia del juego simbólico responde a beneficios como los que te exponemos a continuación:

Desarrollo de la creatividad

El juego basado en el simbolismo consigue que los pequeños exploten su imaginación. Esto significa que si necesitan, por ejemplo, un caballo, para llevar a cabo un determinado contexto, utilizarán su creatividad. De esta manera, una silla o, incluso, un banco de cuatro patas pueden servirles a la perfección.

Conforme va creciendo y jugando, su mente creativa se va desarrollando y van alcanzando nuevas metas. La actividad lúdica, en este aspecto, resulta indispensable para que su crecimiento y aprendizaje sean adecuados.

Una herramienta de expresión

Mediante el juego, el niño tiene la oportunidad de expresar lo que siente. Esto es una forma de desahogo ante circunstancias que le resultan complicadas de entender. Por lo que, el pequeño mostrará desde enfado o tristeza hasta felicidad y entusiasmo.

La actividad lúdica permite liberar estrés, especialmente en niños hiperactivos. Incluso, a partir de los cuatro o cinco años, como madre o padre, puedes formar parte de sus juegos. Esto te ayudará acercarte más a sus sentimientos y mostrarte como un amigo o amiga en quien confiar.

Fomento de la socialización

Entre los cuatro y los seis años, al jugar con otros niños e, incluso, con sus mayores, el menor comienza a adentrarse en los roles grupales. Y es que la colaboración es necesaria para que el juego pueda desarrollarse adecuadamente. Ya no resulta tan egocéntrico y requiere de la implicación de terceros.

La compañía y la socialización comienzan a ser necesarias. Es la pertenencia a un grupo lo que le hará sentirse valorado al cumplir con unas expectativas creadas, como son las reglas del juego. A su vez, esto aumentará su autoestima y la confianza en sí mismo.

Autoconocimiento y actitud crítica

Al mismo tiempo que está socializando, también se está descubriendo a sí mismo como un individuo. De esta manera, el niño se analiza así mismo y a todo lo que le rodea. Ya no imitará sin plantearse las consecuencias de los contextos que decida desarrollar.

Su actitud crítica se activa, junto a su curiosidad por aprender y conocer nuevos límites. Esto hará que también examine su cuerpo, conformando un conocimiento más amplio de sí mismo como ser humano.

Habilidades comunicativas

Como debe llevar a cabo diálogos con sus compañeros de juego, el niño pone en práctica la expresión verbal, adquiriendo nuevas competencias comunicativas. Tampoco faltará una mayor expresión corporal, que acompañe al nuevo vocabulario que va aprendiendo gradualmente.

El juego simbólico, más allá de ocio, es también un juego didáctico, ya que con él los niños aprenden a expresarse mejor, a aumentar el léxico y a comunicarse con el resto de compañeros.

Cómo inventar un juego simbólico: ejemplos prácticos

La imaginación es la base de los juegos simbólicos, por eso no necesitas mucho para inventar algo entretenido para el niño. Si eres madre, padre o educador/a, aquí van algunos ejemplos de juego simbólico para niños, que puedes aplicar según su edad para que los niños aprendan y disfruten al mismo tiempo:

Cuatro años

A los cuatro años puedes recrear algo que le haya llamado mucho la atención, como puede ser la policía con sus coches y sirenas. Construye unas esposas con plastilina y finge que te han detenido, dejándole al niño el papel de héroe.

De seis a siete años

A los seis o siete años, puedes contextualizar un aula de escuela, otorgándole el papel de profesor al pequeño. Es buen momento para hacerle comprender cómo ser un niño desobediente puede ser más complicado de lo que piensa.

10 años

Con 10 años será el momento para disfrazaros de héroes y hacerle ver las virtudes de la amistad, al mismo tiempo que salváis al mundo.