¿Alguna vez te has preguntado por qué el método Montessori es tan popular hoy en día? No es una moda pasajera, sino una forma de educar que ha cambiado la vida de millones de familias en todo el mundo. Y lo mejor es que se basa en algo muy simple: respetar el ritmo natural de aprendizaje de cada niño. Hoy descubriremos no solo en qué consiste, sino también cómo empezó todo y por qué sigue siendo tan relevante más de un siglo después.

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Orígenes de la escuela Montessori

Todo comenzó a finales del siglo XIX, en Italia, cuando Maria Montessori, una de las primeras mujeres médicas del país, decidió dedicar su vida a la educación. En 1907 fundó la primera Casa dei Bambini (Casa de los Niños) en un barrio humilde de Roma. Allí, observó que cuando los pequeños podían explorar, elegir y aprender a su manera, su concentración, autonomía y alegría florecían de forma natural.

Maria Montessori no inventó solo un método; creó una filosofía de vida. Su enfoque no buscaba imponer, sino acompañar. Pronto, sus resultados llamaron la atención en Europa y América, y así nació un movimiento educativo que se ha expandido por más de 140 países.

Hace 100 años, la doctora italiana Maria Montessori revolucionó el mundo de la educación con su nuevo método. En esta época, la educación era especialmente represiva hacia los niños y ella describía a los niños como “incomprendidos e inhibidos en un entorno repleto de obstáculos”.

Montessori estaba convencida de que el respeto de la personalidad de los niños era primordial y así, desarrolló su propio método educativo:

Ambiente preparado

Debemos adaptar el ambiente y el mobiliario a los niños y no al revés. Los niños deben poder moverse libremente y descubrir e interactuar por si solos sin peligros.

El orden es primordial, pueden coger todo lo que quieran, pero deben volverlo a guardar en el sitio donde lo encontraron de forma correcta. Esto les ayuda a organizar su mente. Por este motivo deberíamos limitar la cantidad de objetos que se utilizan, ya que deben ser capaces de conocer todos los objetos y el lugar que ocupan.

Un ambiente Montessori no es solo bonito y ordenado, es funcional y pensando para el infante. Los muebles tienen su altura, los materiales se colocan en estantes accesibles y la decoración es sencilla para no sobreestimular. Aquí, cada elemento tiene un propósito: fomentar la independencia y el sentido de responsabilidad desde pequeños/as.

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Respeto

El método Montessori respeta la personalidad de los niños y dejan su actividad libre y espontánea en vez de contenerla y dominarla. Cuando los niños toman decisiones por sí mismos, desarrollan habilidades que contribuirán a su autonomía y autoestima.

Este respeto se traduce en escuchar de verdad, en validar sus emociones y opiniones, y en permitir que el/la niño/a experimente y se equivoque. No se trata de ausencia de límites, sino de claros y coherentes que guían sin imponer, creando un entorno de confianza mutua.

Observar sin intervenir

El adulto debe ser un observador y un guía, ayudando y estimulando a las criaturas en todos sus esfuerzos. Debe permitir actuar y pensar por sí solo sin intervenir demasiado, ayudándolo así a desarrollar confianza y disciplina interior.

La observación es una herramienta clave en Montessori. Implica mirar con atención, sin interrumpir el proceso de aprendizaje, detectando cuándo el/la niño/a necesita ayuda y cuándo es mejor dejar que lo intente por sí mismo/a. De esta manera, el adulto aprende a adaptarse a las necesidades reales del niño.

Mente absorbente

El principio Montessori cree que los niños pueden educarse a sí mismos. Los niños aprenden por el mero hecho de vivir. Maria Montessori compara los niños con esponjas, con la diferencia que la capacidad del niño es ilimitada.

Durante los primeros seis años de vida, el cerebro infantil absorbe información con una facilidad asombrosa. En este periodo, todo lo que ven, oyen y experimentan se convierte en la base de su desarrollo futuro. Por eso, ofrecerles un entorno rico en estímulos positivos es fundamental para aprovechar al máximo esta etapa.

Expansión mundial del Montessori

En pocos años, el método Montessori traspasó fronteras. Desde Estados Unidos hasta Japón, cada vez más educadores adaptaban este enfoque. Hoy, miles de escuelas y familias siguen aplicando sus principios, demostrando que una educación centrada en el respeto y la autonomía no solo es posible, sino que funciona.

Lo más fascinante es que, a pesar de adaptarse a distintas culturas y realidades, la esencia Montessori se mantiene intacta: poner al infante en el centro del proceso educativo. Su expansión ha inspirado no solo colegios, sino también familias que lo aplican en casa, creando un movimiento global en defensa de una infancia libre, autónoma y respetada.

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