Existen cuatro estilos de crianza y cada uno de ellos trae consigo una serie de consecuencias. En la práctica, no es lo mismo criar a un pequeño con normas estrictas que hacerlo sin establecer ningún límite, pero ambos métodos pueden generar efectos negativos en su desarrollo. Si te interesa la psicología y el desarrollo emocional infantil, fórmate con curso de crianza infantil y profundiza en esta área.

¿Cuáles son los diferentes estilos de crianza?

Podemos diferenciar entre 4 estilos de crianza diferentes en función de cuál es la actitud de los progenitores hacia  el niño. En cualquier caso, cabe destacar que adoptar un modelo educativo desajustado puede repercutir en la vida adulta. La baja autoestima, las conductas agresivas o la inestabilidad emocional pueden afectar a los menores en su crecimiento si los padres no han prestado la debida atención a la educación de sus hijos.

Pero, ¿cómo sabemos qué tipo de crianza es mejor? Vamos a analizar cuáles son los principales estilos de crianza y cuáles son sus características.

Estilo de crianza autoritario

El tipo de crianza autoritario está basado en la rigidez, la severidad, la exigencia y la inflexibilidad. Los progenitores establecen una serie de reglas sin tener en cuenta la opinión de los hijos y, cuando no se cumplen de la manera en la que los padres quieren que se haga, se impone un castigo.

Este tipo de crianza implica que los padres actúen más como supervisores de los pequeños que como padres. Les dicen qué hay que hacer y cómo hacerlo todo el tiempo, y en algunos casos puede que hasta lleguen a emplear la violencia física.

Se trata de padres que no escuchan a sus hijos, con poca empatía y poca atención hacia ellos. No tienen en cuenta las necesidades y los sentimientos de los menores, por lo que no generan un vínculo afectivo sano.

Estilo de crianza democrático

Este tipo de educación es la que suele tener un impacto más positivo en la vida y el desarrollo del niño. Además, suele establecer un vínculo positivo entre padres e hijos, y se considera una de las mejores formas de crianza.

El objetivo es fomentar una relación próxima, amable y respetuosa entre padres e hijos. En este sentido, las madres y los padres establecen normas y límites a los hijos, y son firmes para asegurar su cumplimiento. Cuando los niños sobrepasan esas pautas o incumplen las normas, se les impone un castigo. Sin embargo, no optan por la violencia o castigos severos, si no que buscan enseñarles a los niños cómo hacerse responsables de sus actos.

No obstante, esta fijación de normas no implica que descuiden el lado emocional. Los padres empáticos transmiten amor y comprensión a sus hijos, y escuchan cuáles son sus opiniones y qué sienten en las distintas situaciones en las que se ven envueltos a lo largo de su vida.

Estilo de crianza permisivo

El estilo de crianza permisivo es el que adoptan las madres y los padres que son muy cariñosos con sus pequeños, tanto, que son incapaces de establecer normas y límites claros. No exigen nada a sus niños y suelen satisfacer todos sus caprichos para evitar que se enfaden, lloren o hagan una pataleta.

Esta forma de educación se considera otro de los estilos de crianza negativos. A diferencia de lo que sucede con el estilo democrático, en el permisivo no se busca un equilibrio sino una complacencia, lo que puede traer consecuencias nefastas para el desarrollo del pequeño.

Estilo de crianza negligente

Finalmente, encontramos el estilo negligente. Como su propio nombre indica, no se trata precisamente de una crianza que sea positiva, ya que en este caso, los progenitores no ponen límites y tampoco dan afecto. Debido a estas carencias, tanto en lo físico como en lo emocional, estos niños suelen ser criados por terceras personas. Precisamente como consecuencia de no tener referentes en casa, los menores suelen buscarlos en el exterior, por lo que pueden establecer relaciones poco saludables a medida que crecen.

Consecuencias de los estilos de crianza

Todos los estilos de crianza que hemos visto llevan consigo una serie de consecuencias inevitables. Nuestra infancia y la forma en la que nos relacionamos influye en quienes nos convertimos en la edad adulta. Estas son las principales consecuencias de aplicar una u otra forma de educación en la infancia:

Consecuencias del estilo autoritario

Los niños que se han criado a través del estilo autoritario crecerán comportándose como personas sumisas; tendrán poca autoestima y en algunos casos resultarán ser personas agresivas. Además, serán temerosas y tendrán predisposición a sufrir estrés con facilidad.

Consecuencias del estilo democrático

Esta educación ayuda a criar hijos seguros de sí mismos. Los niños que se han desarrollado bajo este tipo de crianza suelen tener una buena autoestima y manejan bien sus emociones. Además, crecen más felices, algo que se verá reflejado en su futuro académico y profesional.

Consecuencias del estilo permisivo

A la larga, el estilo permisivo educará a niños consentidos y caprichosos. Cuando se les quiera impartir una norma o un límite, tendrán pataletas y muchas dificultades para adaptarse. Y es que estos menores desean que se lo den todo al momento, son dominantes y les cuesta establecer buenas relaciones con los demás.

Consecuencias del estilo negligente

El estilo de educación negligente suele tener un impacto muy negativo en los pequeños, ya que no crecen con un sano desarrollo de su personalidad a raíz de las carencias emocionales que experimentaron por parte de sus padres.

¿Cuál es el mejor estilo de crianza para un niño?

El mejor estilo de crianza para un niño es el estilo democrático. A través del equilibrio entre el cumplimiento de las normas y el afecto que dan los padres, los menores construyen una buena autoestima, tienen una mayor confianza en sí mismos y se sienten más felices. Este tipo de educación causa un gran impacto (positivo, eso sí) sobre los pequeños en las primeras etapas del desarrollo. Es precisamente en esta edad en la que aprenden cómo funciona el mundo y empiezan a tener conciencia de cómo interactúan con su entorno.

A través de este modelo educativo el pequeño aprende que la convivencia supone, por un lado, el cumplimiento de unas normas y, por el otro, la tranquilidad de tener un lugar seguro al que volver. Es por esto por lo que los pequeños suelen tener más confianza a la hora de emprender proyectos, puesto que entienden que tienen un apoyo en su hogar para sentirse más seguros y gestionar mejor sus emociones.

Formación en crianza y desarrollo emocional infantil

Como hemos podido ver, la forma en la que nos educan de niños tiene una gran influencia en cómo crecemos. Recibir uno u otro tipo de atención puede ser determinante a la hora de enfrentarnos a los retos de la edad adulta. Por eso, conocer y profundizar en la crianza y en las formas de educación que existen es fundamental para entender el desarrollo emocional infantil. ¿Te gustaría poseer estos conocimientos? Si es así puedes cursar la formación en crianza y desarrollo emocional y obtener competencias profesionales en este ámbito.

A lo largo del curso que impartimos en Formainfancia podrás comprender en qué consiste la crianza con apego e identificar cuáles son las etapas y la importancia del desarrollo socioemocional infantil. Asimismo, estudiarás el concepto de estimulación temprana y sabrás aplicar modelos de inteligencia emocional.

Por otra parte, esta titulación te permite conocer los estilos de crianza y los principales problemas de conducta en la infancia, así como los trastornos psicológicos más comunes en esta etapa del crecimiento y sus formas de intervención. A ello se suman las competencias y habilidades en coaching y gestión emocional que adquirirás en la segunda parte de la formación.

A través de nuestro programa formativo podrás adquirir las habilidades propias para promover un crecimiento de calidad en los menores, mediante un estilo de crianza que potencie su desarrollo tanto en la infancia como en las siguientes etapas de vida.